GOTEO derrame en cuenta gotas/2016
- Claudia Sanzone
- 1 may 2016
- 7 Min. de lectura
Artistas del colectivo SOS Tierra, evento del 9 de abril de 2016 en Puesto 86, Mercado San Juan.
Instalación …Daniel Acosta. (Graciela Rescala) Goteo// Javier Sobrino y Andrea Cárdenas // Claudio Braier // Asto Van Lacke // Claudia Ruiz Herrera” Latidos..15” // Daniela Atencio, - desconexión //Aliana Saraki // Lucas Alarcón // Lu Piccolo// Rose Marie Guarino, "soma y sangre" // Noemi Antimonik (instalación: Manipulado) // Eric Krimsky, instalación // Marcela Rosen, Chile // Daniel Pereyra y Silvia Calvo, grabado a la carta // Salvador Miano. Instalación // Paloma Acosta. Canto //L´ abbe Sion
Galería de imágenes de la fotógrafa Stella Francisci y Claudia B Sanzone.
“Protestar es negarnos a ser reducidos a cero y a que se nos imponga el silencio. Por tanto, en cada momento que alguien hace una protesta, por hacerla, se logra una pequeña victoria. El momento, aunque transcurra como cualquier otro momento, adquiere un cierto carácter indeleble. Se va y sin embargo dejó impresa su huella.”, John Berger por Susana Neuhaus Hoy en el mundo decantar es decaer, desangrarse gota a gota, como se desangra el planeta Se agota, gotea, goteo, se agota gota- a- gota. Lo agostan, se agota mientras lo agostan, devastan. Y así se llevan también la vida, la naturaleza, la espontaneidad y el sentirse uno con el otro. La violencia está implícita y también explícita. El planeta agua se está quedando sin agua. El planeta tierra destruye su tierra. El mundo de los humanos destruye lo humano. El mundo social destroza la sociabilidad. La violencia y la muerte avanzan a pasos agigantados con el avance del progreso. Los hambrientos son tirados al mar, encerrados en campos de concentración construidos sobre basurales tóxicos. Los animales encerrados en jaulas, o cercados apretadamente en feet locks, pastando estiércol para alimentar humanos, ingiriendo hormonas en cautiverio para generar dinero, dinero, dinero, en interés de unos pocos en el poder, mientras producen cáncer al por mayor. Al mismo tiempo, la zombización va de la mano de la tecnología, obnubilación necesaria para no poder percibir y menos aún significar la aniquilación que avanza paso a paso, gota a gota. Las horas Tiempo-Vida diluidas en la nada de la comunicación- incomunicación virtual. La abstracción del mundo que rodea en la futilidad de juegos mecanizados y mecanizantes. El vaciamiento de los vínculos. El arte, gran anticipador de realidades posibles, busca mostrar lo que acontece, mirando el otro lado de las cosas, más allá de lo visible y vendible, mostrar el desgarramiento vital y existencial, poetizar sobre el drama de la destrucción, mostrar y denunciar los efectos y los sentires. En Goteo las diversas acciones de los artistas se manifiestan a través del accionar del cuerpo y de los objetos. Distintas expresiones con un mismo lenguaje. La abolición de la palabra y su significado es mostrada por Lu Piccolo en la imagen de una mujer Hécate, primordial, cuya magia ejerce en una serie de rituales con fuego, papeles escritos que distribuye entre la gente y luego quema, dejándolos extinguirse en el aire. Palabras como amor, soy, alquimia, alegoría del fracaso del amor, de las palabras, de la alegría. Envuelta en negros mantos y con un cayado llega y se desemboza, se pone una máscara y desde allí acciona, finalmente se envuelve en un capullo, crisálida que renace y parte hacia la vida. Daniel Pereira y Silvia Calvo apuestan todavía a la palabra y a la imagen: “Grabado a la carta” propone jugar con las ideas de SOSTIERRA : “…con el hecho de las palabras, con el conjunto de decires que nos formatea…a la espera dela oscuridad” La intención es usar la palabra de otra forma, de manera crítica, a través de la imagen y del humor. El barco en la deriva de Daniel Acosta, el hombre que tiene pajaritos en la cabeza, nos hablan de la perversión del consumismo, del azar descuidado del que no ha cobrado conciencia y daña y despilfarra los recursos naturales. Parafraseando a John Berger, Pereira dice “…la publicidad garantiza que sos lo que consumís”, entramados que nos configuran y nos violentan. La idea es formar con imágenes un menú propio en un trabajo colectivo. … “y sabemos que los poderes públicos y los medios de comunicación de masas utilizan hoy día la palabra libertad para traicionarla y ensuciarla. Pero cuando pienso en lo que pasa en el mundo me doy cuenta que ahora es más necesario que nunca resistir. Ese momento, cuando decides resistir y luchar, es cuando empiezas a dar los primeros pasos para dejar de ser lo que nos obligan de alguna manera a ser y empezar a ser algo que eliges.”(Berger, John) Y mientras Javier Sobrino elige la metáfora de la prensa que exprime el limón que también gotea, aprieta y succiona, espera, aprieta su propia muñeca, corta un gajo, se lo come, sorbe con fruición. Sigue exprimiendo, muestra en un acto casi mecánico el forzamiento que se hace de la naturaleza y de sí mismo, en el que también él interviene. Pone un flotante al limón, por si rebalsa? Lo que rebalsa es la historia a gotas, imparable, con la ayuda del hombre. Daniela Atencio se cablea, se ata, se maniata, se conecta a través de la frente (se tapa el tercer ojo?) Se abstrae. No le importa ni oye el partido de fútbol que están trasmitiendo en la radio. Ni la gente que la rodea. Queda encogida, en posición fetal chateando con el móvil interminablemente. De golpe se incomoda, se acomoda, se desata y desenchufa. Ya lo ha decidido: basta de tiempo muerto. Se desviste a medias, se descalza y camina hacia el afuera, la lluvia y el árbol. Se abraza al árbol y llora, duelo y reeencuentro. “Las ataduras son mentales”, dice. En cambio Andrea Cárdenas acopia semillas, las mete en frascos, los alinea, los mira con lente de aumento uno por uno, sopla o aspira, no sabemos, verifica que están ahí, que quizá todavía pueden germinar, dar fruto. Las trata como objetos de laboratorio, las tapa, las apila, las ordena, las mira, las sacude. Resabios de la relación del arte con la ciencia. Acopia para cuando falte? Acervo de conservar o preservar a futuro. Paloma Acosta canta. En su dulce serenidad se oyen a la vez lamento y afirmación. Claudia Ruiz Herrera avanza decidida con un carro, envuelta en una pañoleta roja, a pesar del desequilibrio. Se sostiene avanzando con violencia necesaria para sobrevivir. Su objetivo: encontrar agua, y para eso, tiene que subir una escalera inestable y conseguirla. Vierte una y otra vez el agua de un cuenco a un vaso, del vaso al cuenco, mientras se va agotando cada vez más. Vuelve a la brega con el carro y llega de vuelta con el cuenco vacío. La vida, como un equilibrio inestable, en que la lucha y el trabajo no alcanzan para conservar lo mínimo para esa supervivencia. La instalación de Daniel Acosta con Graciela Rascala envuelve y acompaña todos los accionares: permanece, está ahí, muda y elocuente. Colgando y no flotando, la barca construida con un entramado de paja, semeja una cuna porque no flota, está suspendida en el aire. No hay agua y lo que chorrea es barro y sangre, mientras el entorno rojo de violencia la ilumina. No hay agua, sólo un cuentagotas que en lugar de administrar, drena, dejando la barca sin asidero e inútil. La extinción de la vida en el pájaro herido, el fuego que mata el árbol, la corteza y las plumas como restos, las simbólicas ataduras, muestran, con una belleza siniestra, la extinción de la vida por el fuego, por la contaminación, por la progresiva pérdida del agua. Y el estado de contemplación inerte del que no cobra conciencia de su significado. Lucas Alarcon otea un plano, manipula unas plantas y luego se cae, se entalca, se pega plumas y, ya en el suelo, se envuelve en una gran bolsa de plástico con la que repta, ser anónimo, tratando de moverse entre la gente. De repente cesa el movimiento y se percibe un hurgar desde adentro Con un cuchillo corta el plástico, saca una mano con una rama verde. Nadie la toma excepto uno. Es una vuelta hacia lo natural -dice- dejar el afuera alienado, volverse hacia adentro y poder ver, para salir hacia lo natural. Claudio Braier se ahoga en una bolsa de plástico intentando cantar el himno nacional mientras vierten bolitas de telgopor, no agua hasta el hartazgo. El grito sagrado queda sofocado en la mueca desesperada La patria perece sofocada. Gabriela Crespo se vale del humor para mostrar la docilidad con que nos sometemos y obedecemos si el mensaje y la oferta resultan gratos y tentadores. Nos invita con una gran sonrisa a pasar al patio y allí nos encierra tras las rejas. Encerrados, contemplamos sin ningún gesto de rebeldía cómo consume el agua, la derrocha, se divierte, baila, se mofa de los sometidos y luego se va, contenta de sí misma. Ocasión para reflexionar sobre nosotros y el proceder de las masas ante el mensaje engañoso que puede provenir de un líder, de una campaña publicitaria, de un otro que nos fascina y engatusa para que lo sigamos y ayudemos a cumplir con sus intereses egoístas. Un otro a escala individual, comunitaria o global cuyas decisiones afectan al mundo entero, alejando, con la seducción, la posibilidad de ver el lado oscuro de la oferta atractiva y mortal. L’Abbé actúa la contradicción entre lo prohibido, la hipócrita no aceptación de la transgresión, la libertad individual del hacer sin límites, y la coacción social frente a las prácticas que transgreden cotidianamente con la complicidad silenciosa de los otros. Muestra en parte el daño que se inflige, a través de la tos enfermiza, y escupe repetidamente. Invita involucrando a los presentes. Compleja ecuación que se hace evidente cuando él mismo denuncia ante la ley su violación, involucrando a otros. El miedo es tapado por la decodificación de la ironía, al descubrir que es ficción. Se ríe de nuestras propias contradicciones y nos las echa al rostro. Rosemarie Guarino conmociona con su poesía desgarrada. En realidad no hay palabras para describir las palabras, pero sí su contenido desnudo de esteticismos, crudo y cruel como la sangre, musical en el ritmo y el gesto, exhibiendo sentimientos y sentidos en imágenes poéticas, en un grito de denuncia. La sangre que es ofrecida y la sangre arrebatada, vampirizada por el modelo, por un gran otro que succiona y debilita: “sorbe toda la sangre que puede”, que succiona y mata. El matadero, el útero sangrante, en “un arte que es siempre poético y político”. Otro espectro acompaña, el fantasma presente del hombre mecanizado, robotizado, como un monumento en una calle o una plaza. Imposible eludirlo, nos sale al paso cada vez que nos movemos. No queremos verlo, lo volvemos “cosa” para no comprender, pero está ahí, implacable, testigo mudo de lo que acontece. Es la instalación de Marita Antimonik “Manipulado” la nomina, dejando ver el estado momificado e inerte de la deshumanización. ///////////////////////////////////////////
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